25.5.08

El Che de Soderbergh

Por Diego Batlle, Enviado especial
La Nación, Buenos Aires, 23/05/08


La presentación de Che, el díptico de casi cinco horas de duración sobre el revolucionario argentino dirigido por el estadounidense Steven Soderbergh, fue el gran acontecimiento mediático de una competencia oficial que se completó ayer con otras dos propuestas que también tuvieron respuestas divididas: La frontière de l aube, del francés Philippe Garrel, y Adoration, del canadiense Atom Egoyan. Por su parte, otro talentoso realizador norteamericano, Quentin Tarantino, volvió a seducir a sus incondicionales fans de la Croisette con La lección de cine, una larga y generosa masterclass en la que repasó sus influencias, su cinefilia y su filmografía.

Che, que en todo el mundo se estrenará como dos películas separadas (El argentino, sobre la revolución cubana, y Guerrilla, sobre la trágica experiencia boliviana), se exhibió aquí de manera conjunta, con un intervalo que incluyó un reparador refrigerio a cargo de la producción (los periodistas bautizaron las bolsitas con comestibles que se entregaban a cada espectador "la cajita feliz del Che").

Lo mejor que puede decirse de Che es que se trata de una nueva demostración del profesionalismo de un cineasta increíblemente prolífico y diverso como Soderbergh. La película se sigue con bastante interés, está bien narrada, tiene una producción cuidada, no cae en importantes errores históricos ni en demasiadas licencias propias de las biopics hollywoodenses, evita los golpes de efecto, las frases grandilocuentes y la exaltación elegíaca, pero al mismo tiempo le cuesta salir de una medianía general, de una corrección que por momentos resulta casi intrascendente.

En la multitudinaria conferencia de prensa de ayer, Soderbergh estuvo acompañado por la productora Laura Bickford, por el guionista Peter Buchman, por el consultor histórico Jon Lee Anderson y por parte del multinacional elenco: el puertorriqueño Benicio del Toro (que encarna a Ernesto Guevara), el cubano Jorge Perugorría (Joaquín), el mexicano Demián Bichir (Fidel Castro), el brasileño Rodrigo Santoro (Raúl Castro), la colombiana Catalina Sandino Moreno (Aleida Guevara), el chileno -nacido en Venezuela- Santiago Cabrera (Camilo Cienfuegos) y la alemana Franka Potente (Tania). En cambio, no pudieron viajar hasta la Costa Azul otros actores que aparecen en ambos relatos, como Unax Ugalde, Joaquim de Almeida, Eduard Fernández, Jordi Mollà, Lou Diamond Phillips ni Gastón Pauls (que interpreta a Ciro Bustos), única presencia argentina en el film, además del tema "Zamba de Valderrama", con interpretación de la gran Mercedes Sosa, que acompaña las imágenes finales.

Los disímiles orígenes de los intérpretes y la velocidad con que se filmó esta coproducción mayoritariamente franco-española hicieron que los acentos (incluido el de Benicio del Toro) poco tengan que ver con la forma en que se habla en Cuba, la Argentina o Bolivia, pero -más allá de este tipo de detalles y del inevitable didactismo- Che es una película irreprochable desde su aspecto formal.

La primera parte está contada a través de varias líneas temporales que abarcan el período 1955-1964. El relato salta de forma constante de la planificación en México de la invasión de la isla por parte del Che y Fidel Castro (1955) a la larga batalla librada contra la dictadura de Fulgencio Batista (1956-1959) y el discurso ante las Naciones Unidas que el por entonces ministro de Industria dio en Nueva York en 1964.

El segundo film arranca en 1965, con la renuncia de Guevara a sus cargos políticos en Cuba, y luego reconstruye de forma minuciosa y con una narración más clásica la fallida experiencia revolucionaria en Bolivia, que terminó con su captura y fusilamiento en octubre de 1967.

Soderbergh terminó de retocar la versión que se exhibió anteayer pocas horas antes de la première mundial (el film se mostró incluso sin créditos finales) y estuvo en Cannes sólo unas horas porque actualmente se encuentra editando su documental sobre el fallecido cómico Spalding Gray y en pleno rodaje de The Informant, thriller con Matt Damon (que tiene un pequeño cameo en Che).

El ahora barbado director de la saga de La gran estafa, Erin Brockovich: una mujer audaz y Traffic, que logró la hazaña de obtener la Palma de Oro en 1989 por su ópera prima Sexo, mentiras y videos, admitió sentirse "fascinado por la personalidad de Guevara, que se ha convertido en el símbolo de la rebelión juvenil en todo el mundo, y por una de las vidas más ricas de todo el siglo XX". Respecto de su relación con el gobierno de Fidel Castro, este realizador de 45 años aseguró que "Cuba para mí es un tema bastante menos interesante que el Che".

Por su parte, Del Toro aseguró que la composición del personaje fue un proceso muy duro: "Me dediqué a investigar su personalidad, y cuanto más me adentraba en su historia más me sentía con cara de ciervo degollado, con tanto miedo de afrontar el desafío que quería seguir aprendiendo".

Soderbergh no tuvo problemas en responder a las primeras reseñas, no del todo favorables, publicadas en las últimas horas: "La mayoría de las cosas que leí me parecieron hilarantes, porque algunas sostenían que es una película demasiado convencional y otras, que es una película muy poco convencional".

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